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La demanda de certificados energéticos para viviendas se frena con el fin de los fondos europeos

En 2022, con los precios de la energía disparados y la llegada de los primeros fondos europeos para la rehabilitación energética de las viviendas fueron muchos los propietarios que empezaron a demandar contra reloj certificados de eficiencia energética. Un documento con el que se pone nota, de la A a la G, a edificios y viviendas en función de sus emisiones y consumo. Aunque desde 2013 ese certificado se exige para poder alquilar y vender cualquier casa, muchos propietarios no habían reparado en él hasta que se convirtió en indispensable para poder optar a las subvenciones para mejorar la envolvente de las fachadas, cambiar ventanas y carpintería para conseguir mejores aislantes o renovar calderas, entre otras actuaciones de mejora de la eficiencia energética. Ese año (2022) se llegaron a certificar en la comunidad 7.400 viviendas, un 10% más que en el ejercicio anterior.

La carga de trabajo se mantuvo durante buena parte de 2023 hasta el punto de que los profesionales navarros dedicados al tema de la eficiencia energética llegaron a verse obligados a buscar a gente con la que colaborar porque no daban abasto. No obstante, de acuerdo con los datos facilitados por la dirección General de Energía, I+D+i empresarial y emprendimiento del Gobierno de Navarra, ese ejercicio la cifra de viviendas certificadas, 3.427, se terminó quedando lejos de la registrada un año antes.

Este año, con las convocatorias europeas para el cambio de ventanas (MRR Viviendas) y la envolventes de edificios (MRR Edificios) ya cerradas el panorama de la eficiencia ha dado un giro de 180 grados y el sector habla sin tapujos de frenazo. “Los proyectos grandes, para mejorar la envolvente de las fachadas, tuvieron que presentarse antes de que terminara el año para poder optar a la subvención europea y también nos han dejado de pedir certificados para los cambios de ventanas (subvencionadas con una ayuda máxima de 3.000 euros por vivienda si la obra conllevaba una reducción de la demanda global de calefacción y refrigeración de al menos un 7%), que fueron muy demandados los años anteriores. Ahora los que nos piden el certificado es porque se lo exigen para vender o alquilar la casa”, admite Alberto Jiménez Tiberio, arquitecto técnico, experto en eficiencia energética y termógrafo certificado.
Aunque las ayudas del Gobierno de Navarra al cambio de envolventes se mantienen sin la ayuda europea la subvención se ha reducido de forma muy notable y como admite Peio Mendia, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Navarra, cuesta más que las comunidades se animen. En 2023, con las dos ayudas en vigor se pudo llegar a cubrir hasta el 70% del coste de las actuaciones llegando a los 17.500 € de ayuda por vivienda en entornos urbanos (12.500 de las ayudas Edificios MRR y 7.500 de las ayudas permanentes del Gobierno de Navarra). Aunque en el sector hay cierto optimismo ante la posibilidad de que Navarra pueda optar a una ‘repesca’ de fondos del dinero que no se ha gastado en otras comunidades lo cierto es que esta posibilidad todavía no está clara. Se han ido retrasando no sólo los hitos a cumplir. También, las fechas de cumplimiento. Así, aunque sólo Navarra y País Vasco habían cumplido con el hito inicial, se está retrasando el posible reparto de fondos adicionales y permitiendo que más comunidades cumplan (o digan que cumplen) con los objetivos marcados. De ahí que aunque en principio la comunidad se podría (debería) beneficiar de esos fondos ‘extra’, los responsables de Vivienda de momento no se atreven a darlo por seguro.
Además del cierre de las dos convocatorias europeas, Mendia apunta que tampoco se han publicado las ayudas del Gobierno de Navarra para incentivar a los ciudadanos a obtener la certificación de sus edificios. En todo caso, desde la dirección de Energía avanzan que aunque todavía no hay fecha para la publicación de estas ayudas no sólo están previstas para este año sino que el presupuesto pasará de los 200.000 euros del a 400.000 euros.
Hay que recordar que antes de 2025 todos los edificios de uso residencial y terciario de la comunidad deberán contar con dicha certificación, tal y como se recoge en la ley foral de cambio climático. Un plazo que a día de hoy parece difícil de cumplir. Aunque desde 2007 todos los edificios de nueva construcción deben incorporar la certificación, el grueso de las viviendas de la comunidad se encuentran en edificios construidos antes de esa fecha y quedarían todavía cientos de miles pendientes de certificar.
Según los datos facilitados por Vivienda, a 19 de marzo había en Navarra 361.598 viviendas de las que 243.666 son colectivas y 117.932 unifamiliares. Teniendo en cuenta que a cierre del 2023 eran 71.907 las viviendas certificadas, según los datos del registro, hasta un 70% todavía tendrían ese trámite pendiente.